“SIGNOS DE LOS TIEMPOS RELEVANTES PARA LA FORMACIÓN TEOLÓGICA HOY “

 

            No me resulta fácil abordar el tema propuesto: lo haré desde mi experiencia en la docencia de  teología. He llevado a cabo esta docencia durante muchos años en respuesta a las necesidades concretas que, en situaciones desafiantes, me plantearon algunas personas responsables del estudio de la teología.

 

El sentido de esta labor, tan apreciada y digna de cualquier sacrificio, me lo abrió el P. Fundador Arnoldo Janssen, quien en pleno siglo XIX, nos fundó como primera Congregación femenina para la misión ad gentes, deseando que nosotras, las Siervas del Espíritu Santo, colaboraremos con los sacerdotes, los Misioneros del Verbo Divino, por medio de un aporte femenino a toda nivel.

 

Considero que mi docencia de teología, que pronto traspasó, desde mi comunidad religiosa, hacia toda la Iglesia en Chile, ha sido un privilegio inexplicable humanamente. Pero sí es explicable una cierta familiaridad que siento con los sacerdotes. Familiaridad que se fue abriendo a posibilidades inauditas a través de personas concretas, ya sea formadas  en el mismo ideal, es decir, habían aprendido de mis Hermanas en el colegio a rezar y dar los primeros pasos  hacia su vocación; ya sea cercanos a esta visión misionera,  pienso especialmente en el P. Maximino, quien solía intervenir en momentos críticos, mostrándome que mi aporte en el Seminario era necesario, para que los “chicos aprendan que una mujer piensa y cómo piensa, etc.…”.

 

Al iniciar este compartir quiero agradecer a cada una de Uds. por acompañarme con sus oraciones y todas las palabras de estar conmigo que me han dirigido.

 

En realidad yo quiero compartir con Uds. no sólo la experiencia de Semana Santa sino también lo que  viví cuando viajé a Pocillas en los primeros días post terremoto. Me imagino que se preguntarán por qué yo no lo compartí enseguida pero me quise dar un tiempo que consideré necesario para ir madurando mi propia experiencia.

 

Luego del susto que todas vivimos  con lo fuerte del movimiento de la madrugada  del 27 de Febrero para mí el mayor susto comenzó cuando me enteré que el epicentro había sido Cobquecura un lugar distante 50 kilómetros de Pocillas, un pueblo rural con una población de alrededor de 100 familias, lugar de donde soy originaria y donde vive mi madre con dos de mis hermanas. Al no poder comunicarse y  tener noticias, sabiendo las dificultades que ellas tienen para movilizarse, era mayor mi angustia y al ir enterándome de la magnitud de la catástrofe en los lugares cercanos crecía mi preocupación.

 

 

 CINCUENTA AÑOS DE LLAMADO Y SEGUIMIENTO

 

 Haciendo memoria de mi largo recorrido de vida religiosa misionera, podría considerar brevemente los siguientes aspectos.

 En el seno de una familia cristiana, alegre y muy unida, y en relación estrecha con las MSSPS desde la infancia, surge una inclinación marcada hacia  la vocación religiosa. Con el tiempo y ya más consciente del llamado del Señor, se va aclarando la vocación misionera en el sentido de ir a anunciar el Evangelio a los que no conocen a Cristo.

 

Fue así como hace 50 años este llamado especial del Señor  se concretizó por la consagración total, a través de los Votos Religiosos, a la vida y misión de la congregación de las Siervas del Espíritu Santo, cuyo carisma especial es precisamente llevar el anuncio de Jesucristo más allá de las fronteras del mundo cristiano.

 

En preparación a esta hermosa tarea vinieron los estudios de teología en la lejana ciudad de Roma y luego de regreso a la patria, la complementación en catequética, pastoral rural y pastoral latinoamericana, en los años que se daba todo el impulso del Vaticano II por una renovación litúrgica y pastoral a fondo.

 

 

 

Ayer por la noche hemos regresado, con Laurita, de nuestra experiencia misionera en el Chaco. Hemos estado en el departamento de Boquerón, en la Misión Pedro P. Peña. Allí nos acogieron las Hnas. de San José de Cluny y un sacerdote diocesano, indígena guaraní. El tiempo pasó muy rápido. He tenido la maravillosa experiencia de conocer tres comunidades aborígenes del Paraguay que en ese sector conviven juntas: Guaraníes, nivaclé y Manjui.  A ello se debe agregar la convivencia con los criollos (argentinos residentes en paraguay).

 

Nos han contado que, aunque al principio era más difícil el entendimiento entre sus culturas, actualmente se llevan bastante bien y los líderes de las comunidades se relacionan con respeto y buscando juntos lo mejor para sus comunidades y tratan de fomentar las relaciones fraternas.

!Id por Todo el Mundo  y Anunciar el Evangelio!

 

Queridos Jóvenes desde mi tierra de Misión  estoy escribiendo para ustedes, en primer lugar mi nombre es Hermana María Soledad, misionera de 17 años  en África- Angola.

Soy chilena, ingresé a la congregación en Argentina desde donde fui enviada  por nuestra Congregación  Misioneras Siervas del Espíritu Santo a compartir mi Fe con el pueblo Angolano. Me siento feliz de saber que estoy realizando una tarea de compromiso que me viene desde mi Bautismo…  ¡Hay de mi si no Evangelizará!

 

 

Hoy quiero compartir con ustedes un poquito de mi experiencia con mi pueblo de Angola. Bueno llegue en un tiempo de guerra civil  que el país estaba pasando, esto duró casi  treinta años a partir de 1975  que fue la independencia.  Fueron momentos muy duros y situaciones difíciles en todo sentido, mas sentía que estaba en mi lugar, dando fuerza, ánimo, esperanza, y compartiendo alegrías a pesar del sufrimiento que esta guerra  estaba a causar, lo mucho que aprendí del pueblo que aunque estaba pasando momentos difíciles, sentí  que tenía una fuerza interior muy grande porque ellos no perdieron su sonrisa y decían siempre Dios es Padre y no Padrastro, y seguían su día a día sin saber lo que podía acontecer con ellos y su familias…