Ayer por la noche hemos regresado, con Laurita, de nuestra experiencia misionera en el Chaco. Hemos estado en el departamento de Boquerón, en la Misión Pedro P. Peña. Allí nos acogieron las Hnas. de San José de Cluny y un sacerdote diocesano, indígena guaraní. El tiempo pasó muy rápido. He tenido la maravillosa experiencia de conocer tres comunidades aborígenes del Paraguay que en ese sector conviven juntas: Guaraníes, nivaclé y Manjui.  A ello se debe agregar la convivencia con los criollos (argentinos residentes en paraguay).

 

Nos han contado que, aunque al principio era más difícil el entendimiento entre sus culturas, actualmente se llevan bastante bien y los líderes de las comunidades se relacionan con respeto y buscando juntos lo mejor para sus comunidades y tratan de fomentar las relaciones fraternas.

 

Los guaraníes se dedican más a la crianza de ganado vacuno y cabras, los nivaclé son más pescadores y artesanos. Trabajan el tallado en Palo Santo y las mujeres se dedican a trabajar la Chagua de la que hacen la llica. Con ese producto confeccionan bolsos, tipo morrales, que son muy apreciados por los turistas, sobre todo por la ecología., también son  y recolectores y cazadores. Los manjui han sido los últimos en integrarse a la misión y al igual que los nivaclé, son artesanos y recolectores.

 

Personalmente he podido conocer más de cerca a los nivaclé porque en el Colegio estaban desarrollando un proyecto para rescatar el origen de las culturas, y me pidieron tomar fotografías y preparar una presentación en ppt, para exponer todo sus trabajos. Esto me dio la maravillosa oportunidad de visitar cada casa de la etnia nivacle y, junto a su líder y otros integrantes del grupo, fuimos reconstruyendo la historia.

 

A fuerza de mucha paciencia y perseverancia logré dejar terminado ese trabajo. Digo esto porque el computador en el que trabajaba por las noches (sólo habían tres horas de energía eléctrica) era muy lento y como las fotos son muy pesadas, costaba mucho poder trabajar. También ayudé en la corrección de la parte escrita del trabajo de los criollos, y también para ellos hice una presentación en ppt. Como se puede apreciar, Dios me regaló la posibilidad de poder acceder a esas culturas desde unos medios bastante conocidos por mí y que en esa parte del país aún están en pañales. Creo que ese fue mi mayor aporte a la misión.

 

Los tiempos en que no estaba trabajando en eso, lo dedicábamos a visitar a las familias. Visitamos cuatro lugares un poco más alejados y en dos de ellos tuvimos un encuentro con la comunidad. Las hermanas están trabajando mucho con la catequesis, y aunque nosotras desde asunción nos preparamos para una experiencia misionera diferente, íbamos dispuestas a acoger lo que las hermanas precisaran.

 

Así, hemos estado de lleno en la preparación de sacramentos y, también reemplacé al Padre Lino en sus clases en el Colegio, durante una semana. (queda claro que uno propone y Dios dispone).

Hoy doy gracias a Dios por todo lo vivido, fue muy lindo, a pesar de los 50º de calor que durante la última semana estaba presentando El Chaco. No llovió ni una sola vez y se esperaba que fuese la temporada de lluvias. El clima es muy severo. Se transpiraba de día y de noche. Desde las dos de la tarde ya no se podía caminar bajo el sol.

Nuestra casa tenía techo de Zinc, así que dentro de ellas era un horno, pero logramos sobrevivir. Bueno es todo por ahora. Ya sé que en una carta no voy a agotar toda la experiencia, así que dejo algo para compartir a mi regreso. Desde ya muchos cariños para todas las hermanas.

 

Un abrazo: Angélica