“Como miembro de la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo, he dejado mi patria – Paraguay, para compartir los ideales y los compromisos evangélicos de mi familia religiosa con los específicos grupos sociales, es decir, la opción y el acompañamiento a los desplazados, migrantes y refugiados.

Sudán del Sur es un país super emblemático, sufrido, complejo e interesante. Por un lado, es un país muy rico en diversidad cultural, vegetación y recursos naturales, sin embargo, está sumergido en la pobreza y con muy poca posibilidad de superar dicha situación. El focus de la cuestión está en el ámbito político, pero que, afortunadamente no lo podré describir con amplitud, porque aquí se trata de “sobrevivir” en medio de un abanico de cuestiones muy complejas y constantes, particularmente la inseguridad y la posibilidad de contraer y cargar con las consecuencias de un sinfín de enfermedades que podrían ser superadas con un poco de esfuerzo e interés social, la falta de medicamentos y alimentos básicos, la pésima situación de los pocos caminos, etc.

Sin embargo, los sueños de paz, seguridad, armonía y estabilidad en todos los órdenes y ámbitos sociales es constante, aunque también hay que admitir que mucha gente está viviendo aquí porque no tienen cómo salir del país; ante esta realidad, no pueden entender la presencia de extranjeros voluntarios y misioneros apostando por un país más justo y fraterno.