Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI

Jornada Domingo Universal de Misiones

 

 “Iglesia Misionera: Luz de Cristo para el mundo”

 

En este domingo, dedicado a las misiones, me dirijo ante todo a ustedes, Hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal, y también a ustedes, hermanos y hermanas de todo el Pueblo de Dios, para exhortar a cada uno a reavivar en sí mismo la conciencia del mandato misionero de Cristo de hacer “discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19), siguiendo los pasos de san Pablo, el Apóstol de las Gentes. 

 

 “Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21, 24), objetivo de la misión de la Iglesia es en efecto iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia, para que todos se reúnan en la única familia humana, bajo la paternidad amorosa de Dios. 

De la gratitud a la esperanza

Te Deum laudamus

El día 18 de septiembre de 1810 lo conmemoramos solemnemente, desde los inicios de nuestra existencia como Nación libre y soberana, acudiendo a este Templo, que se levanta en el mismo lugar en que don Pedro de Valdivia emplazara la Casa de Dios cuando fundó Santiago. Este año en que nos preparamos a la celebración del Bicentenario, nos reunimos ante el Cristo que presidió la Primera Junta de Gobierno, en una celebración que tiene un hondo significado religioso, social y cívico. Ha conservado su nombre en latín: “Te Deum”, palabras que inician el himno más solemne de acción de gracias, el “Te Deum laudamus”: A ti, oh Dios, te alabamos. Vivimos, en efecto, una hora privilegiada para alabar y agradecer por tantos dones que hemos recibido a lo largo de nuestra historia republicana, y aún antes del nacimiento de nuestra Patria independiente.

Hemos escuchado el hermoso Te Deum de la Virgen María: el Magnificat. Con ella podemos cantar: El Señor ha mirado y bendecido también nuestra pequeñez. En verdad, prolongando sus sentimientos se alegra nuestro espíritu en Dios. Realmente “su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”. Sin embargo, solemos distraernos y no sopesar los dones recibidos, ni vivir nuestros días con gratitud y alegría. Abundan los compatriotas a los cuales embarga el desencanto, la indiferencia o la tristeza; a veces, el pesimismo o aun la desesperanza. Esta celebración quiere invitarnos a disfrutar estos días festivos, y a prolongar de todo corazón el gozo de nuestra acción de gracias.

 

Tú que eres el camino, la verdad y la vida,

aduéñate de mis pasos,

seduce mi libertad y ven a mi encuentro

para que siempre pueda elegirte compañero.

 

 

 

 

 Sal al paso de quienes van por los caminos

de este mundo sin saber que tú caminas a su lado

y haz que, al descubrirte junto a ellos,

se dejen alcanzar por ti y te acojan como al Señor

que se ha hecho hermano.

 

Ven, Espíritu de Dios,
con tu mirada de fuego
o la frescura de tu aliento suave.
Ven en el viento o en la brisa,
tráenos el más puro perfume,
el precioso aroma de tu presencia.


Ven, Espíritu de Dios,
vestida de libertad,
de la mano de la justicia,
acompañando a la vida,
a recrear la fe de los que esperan,
de los que sueñan, de los que luchan.


Ven, Espíritu de Dios,
regálanos tu cálida compañía,
para que la soledad y el miedo
no nos angustien,
y para que las noches
no sean tan largas.


Dios ha pintado el arco iris de una diversidad de colores que muestran su hermosura.

Y ha pintado el rostro del mundo con una diversidad de culturas.

Todas ellas, ahora, interconectadas en una maraña de relaciones y redes globalizadas.  

Rica y compleja fusión de mixtura cultural,

que niega cualquier intento de huida a esta realidad multicultural.

 

Conjunto de potencialidades, riquezas y sueños de humanidad,

que buscan, en lo más íntimo, vida, justicia, armonía y equidad.

Misionero/a de rostro intercultural, protagonista eres en este conglomerado de culturas, de encuentros y desencuentros, de alianzas y fracturas.

Configura el futuro de este mosaico de identidades, desde la interculturalidad, reto principal en todas las latitudes.

Apuesta por las relaciones de integración cultural, y la primacía de la paz, fruto de la cooperación inter-confesional.