«Fijémonos los unos en los otros
para estímulo de la caridad y las buenas obras»
(Hb 10, 24)

 

 

"Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano.

 El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1). En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros."

 

Tomado del Mensaje del Papa Benedicto XVI:

"El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al “Señor de la mies” tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales.

 

Recorremos el camino de la cruz a la luz de las Direcciones de nuestro 13º  Capítulo General.

 

 

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte 

Jesús, enséñame la dignidad del silencio que toca el corazón, que rodea a la violencia y el odio con su verdad y el perdón.

Segunda Estación: Jesús carga con su cruz

Jesús, enséñame a aceptar mis quebrantos y para que pueda transformarla en plenitud como Tú transformaste la Cruz en un signo de salvación.

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez

Jesús, enséñame a ponerme de pie humildemente después de cometer otro pecado, para ofrecer mi fragilidad como una vasija para que Tu gracia trabaje en mí.

Cuarta IV: Jesús encuentra a su Madre

Jesús, me permiten participar de la comunión que le une con su madre en este doloroso momento de encuentro.

 

Textos bíblicos
1º Cor 12,3b-77;12-13
Lc 5,1-11

1.- En tu palabra echaré las redes…

El Evangelio según San Lucas, proclamado en la solemne Liturgia de hoy, recoge el momento de la elección de los primeros cuatro discípulos del Señor. Jesús se acerca a cuatro pescadores de Galilea y los invita a echar las redes en un mar que se les había presentado hostil: no habían pescado nada en toda la noche…


Tres expresiones destacan el clima espiritual de asombro, de desconcierto y desconfianza que los sobrecogen:
“En tu palabra echaré las redes…”;
“Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador…” y
“Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo le siguieron”.

La asombrosa experiencia de temor, de confianza y de fe vivida por Simón y sus compañeros, subvierte totalmente sus horizontes humanos de sus existencias, los saca de un proyecto de vida acariciado por años y en el que habían puesto su esperanza; y da comienzo para ello a una aventura jamás imaginada: serán pescadores de hombres… “no temas. Desde ahora serás pescador de hombres”.



La experiencia de Pedro y sus compañeros, es también la experiencia de todo llamado, también la mía. Una experiencia cargada de asombro y de temor ante la llamada que sobrepasa las posibilidad humanas, que no dejan de confundir, pero, al mismo tiempo, una invitación que ofrece gracias insospechadas y oportunidades de crecer en una renovada confianza y en un sereno abandono en Aquel que llama a seguirlo más cerca, que ofrece Palabras de vida normal, y que invita a compartir su proyecto viviendo en intimidad y amistad con Él: “Soy yo quien los ha elegido…; los he llamado amigos… permanezcan en mi amor… Yo los envío”. Esta es la certeza , regala paz y estimula el ponerse en camino, sabiéndose sostenido, únicamente por la gracia de Dios “No temas, desde ahora serás pescador de hombres…


Con estos sentimientos me presento ahora ante Ustedes, hermanos y hermanas, de la Iglesia de Santiago como el Apóstol Pablo ante la comunidad de Corinto, me presento a Ustedes sin “el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el testimonio de Dios”, entre Ustedes no pretendo “saber sino a Jesucristo y a este crucificado” me presento ante vosotros “débil, tímido y tembloroso y mi palabra y mi predicación” no tiene nada “de los persuasivos discursos de la sabiduría”, sino que quieren ser “una demostración del Espíritu para que vuestra fe se funde no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios” (1 Cor. 2,1-5)


Esta es la fotografía de su nuevo Pastor que, sostenido por la potencia del Espíritu Santo, acompañado por la materna presencia de la Virgen Santísima y confiando sólo en la gracia de Dios, emprende la misión de ser signo e instrumento del amor del Padre y mensajero de Jesucristo para los hombres y mujeres que peregrinan por la noble ciudad de Santiago, lo haré con la ayuda y en comunión con todos Ustedes, seguro que acogen gustosos de invitación del Papa Benedicto XVI, contenida en la Bula de nombramiento: “Exhortamos a estos hijos e hijas a que te acojan como Pastor y vivan gustosamente unidos a ti con los vínculos de la caridad, de la unidad y de la obediencia”. Por mi parte, pido al Señor poder gastar toda mi vida al servicio de quienes Él ha confiado a mi cuidado de Pastor”.