ECLESALIA, 14/05/13.- El mensaje dirigido por el papa Francisco a la Unión de Superioras Mayores en su reunión en Roma ha suscitado un notable interés en los medios de comunicación debido a una afirmación que se convirtió rápidamente en el título de muchas noticias: “¡Sean madres, no solteronas!”.

Desafortunadamente los periodistas no han captado que la invocación del papa tiene su contexto en un discurso muy cariñoso y de aprecio a la vida religiosa femenina... Me siento invitado a señalar diez diferencias entre lo que entiendo por solterona y mi percepción de la vida religiosa contemporánea auténtica; vale la aclaración de que todo lo que viene a continuación es perfectamente aplicable a los religiosos varones a quienes también se les puede exhortar “sean espiritualmente fecundos, no solterones”:

 

1. La solterona está enojada con la vida; determinada por la sociedad a encontrar realización solamente en la vida matrimonial, va por la vida censurando y condenando. La mujer consagrada acepta la realidad de la vida como es, es crítica de los valores pero disfruta de la vida y trabaja para el Reino.

 

2. La solterona no acepta los cambios porque prefiere un mundo pequeño conocido y seguro. La religiosa promueve los cambios necesarios, experimenta con las novedades que traen tiempos nuevos y está lista para pagar el precio de salir de las certezas de ayer.

 

3. La solterona nace de una frustración; la vocación religiosa nace de un encuentro con la persona de Jesús que arrasa cualquier otro proyecto.

4. El círculo de relaciones de la solterona es muy estrecho (la parroquia, sus mascotas, sus viejas amistades); las religiosas se desenvuelven en redes amplias de potencial espiritual, proyectos de transformación, grupos heterogéneos sin límites fijos.

  Reflexión de José María Castillo, Teólogo español. 31/3/2013

El papa Francisco, por las cosas que ha dicho desde el día que fue elegido y, más aún, por su llamativa forma humilde y sencilla de presentarse en público (ya desde que era arzobispo de Buenos Aires), ha despertado tales expectativas de renovación en la Iglesia, que, con razón, se ha visto en él una evocación de Juan XXIII. El reciente libro de José Manuel Vidal y Jesús Bastante dejan muy claro este aspecto del nuevo papa. Por no hablar de los interminables comentarios, en el mismo sentido, que los medios difunden a diario y que, en cantidades asombrosas, circulan por la red. Es evidente que son muchos los católicos que ven la renovación de la Iglesia, no sólo como una posibilidad, sino incluso como una probabilidad cercana.

 

Nadie va a poner en duda que esta posible (incluso probable) renovación de la Iglesia es una esperanza excelente, que se debe fomentar en todo cuanto esté a nuestro alcance. Pero, ¡atención!, que esta esperanza de renovación está erizada de amenazas y peligros, que no son ninguna tontería. Ni son, desde luego, problemas imaginarios.

 

 

Para empezar, lo más importante de todo es que la renovación de la Iglesia no depende sólo del papa. Por más genial que sea este hombre, por más evangélicamente que viva y por más original y firme que sea en la toma de sus decisiones, la Iglesia es tan enorme, tan compleja y, en no pocos e importantes asuntos, una institución tan complicada, que un solo hombre no puede (ni podrá) renovar la Iglesia como la Iglesia necesita ser renovada, en este momento y tal como están las cosas.

“Es hora de entrar en la noche sin miedo,

de quemar lo viejo y estrenar lo nuevo,

de quedarse en el corazón del mundo,

de creer en medio de la oscuridad y los truenos.

¡Dios con nosotros/as!

 

Es hora de levantarse del sueño,

de mirar los rincones y el horizonte,

de asomarse al infinito aunque nos dé vértigo,

de anunciar, cantar y proclamar.

¡Dios con nosotros/as!

 

Es hora de romper los esquemas de siempre,

de escuchar las palabras del silencio,

de cerrar los ojos para ver mejor,

de gustar su presencia callada,

de andar por los desiertos.

¡Dios con nosotros/as!

 

Es hora de despertar al alba,

de descubrir su presencia entre nosotros,

de iniciar caminos nuevos,

de andar en confianza,

de pasar a la otra orilla.

¡Dios con nosotros/as!

 

Es la hora de confesar la vida,

de hablar poco y vivir mucho,

de arriesgarlo todo apostando por Él,

de sentarse a la mesa y calentar el corazón,

de esperar contra toda esperanza.

¡Dios con nosotros/as!

 

Es la hora del Dios con nosotros/as,

Pisando la historia,

Abrazando las heridas,

Levantando la vida

Llenándonos de paz y alegría”

 

Un saludo cordial en el mes de la patria, de la Biblia y de La Virgen. ¡Que la Virgen del Carmen proteja, de un modo especial en este mes, nuestro país y nuestro servicio misionero!

 

 

Quisiera aprovechar, estas celebraciones para reflexionar con ustedes, sobre lo que significa pertenecer a un lugar, sentirse en casa, “hacer patria” como dicen algunos.

Celebrar las fiestas patrias, días en que se nos invita a hacer memoria de los acontecimientos importantes que nos constituyen como nación, como es la Independencia. Hecho que se logra gracias a la organización y lucha de muchos que buscaban modos nuevos de constituirse; así podemos reconocer que la Historia de nuestras naciones revelan un cambio de paradigmas para los de su época y desafíos diversos a superar, por lo cual fue necesario ir encontrando los elementos que nos constituyen como una nación y nos distinguen de otras.

 

Son construcciones históricas realizadas por personas sujetas a las transformaciones que implica el paso del tiempo. Sin embargo hay símbolos que permanecen y nos identifican o al menos, nos hacen sentir miembros de un grupo determinado de personas. Así, vemos que en nuestras casas aún lucen con sus banderas, en nuestras comunas se organizan las ramadas o fondas, nos recordamos de nuestro baile nacional “La Cueca” y de las comidas y juegos típicos, expresiones exteriores que nos recuerdan que somos chilenos. Con todo, podemos preguntarnos:

 

  • ¿Hay algo más qué decir y qué hacer para llegar a ser una patria de hermanos/as?

 

  • ¿Qué nos dice esta situación a nosotro/as que anhelamos anunciar el amor de Dios a todos y que lo hacemos desde nuestra multiplicidad de razas y culturas?

Discurso del presidente de Uruguay, José Mujica, en el encuentro de Rio+20 afirma que el mundo necesita urgentemente reformar su modelo económico, dominado por las fuerzas del mercado y el consumismo, para salvar el planeta de la degradación.

En el pronunciamiento que hizo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20, Mujica manifestó su pesimismo con las medidas acordadas por los negociadores por considerar que no atacan la verdadera causa de la crisis que es el modelo económico.

"Voy a saludar el esfuerzo hecho en las negociaciones y los acuerdos que surjan, pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y que la crisis de la agresión al medio ambiente no es la causa (del problema), que la causa es el modelo de civilización que hemos montado", afirmó.

Mujica reiteró que el actual modelo de desarrollo y de consumo de las sociedades ricas es el que agota los recursos naturales del mundo y por eso recomendó: "Lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vida".

Agregó que el planeta no conseguirá resistir a iniciativas que le permitan a los habitantes de la India, el segundo país más poblado del mundo, tener la misma proporción de automóviles que los de Alemania.