PENTECOSTÉS, la fiesta del Espíritu de la promesa. Jesús no nos deja
huérfanos!
La experiencia del Espíritu no es una vivencia al margen de nuestra vida
cotidiana. De hecho, en los textos biblicos encontramos la afirmación de
que El Espíritu nos ha sido concedido en una pluralidad de dones,
comenzando por nuestra propia existencia.
El Espíritu ya ha venido, ya actúa, ya vive en nosotros. Nos estamos
moviendo en su Espíritu. Está ahí desde antes de la creación del mundo:
intervino en ella, la anima y la sostiene en el ser. La Ruah, como también
se nombra al Espíritu, está presente, vivifica y mueve las cosas, es el alma
de los pequeños gestos que nos unen, es la fuerza que en nosotros nos
impulsa a vivir como hermanos/as. Es una fuerza que no nos obliga, sino
que respeta nuestra libertad. El Espíritu llena de dones nuestra vida y nos
invita a ser dóciles a sus insinuaciones emergentes en nuestro caminar
histórico que nos ponen ante la posibilidad de regalar lo que hemos recibido.