En el Nuevo  Testamento, debe admitirse que Jesús ejerció su ministerio con judíos y en nombre de Israel. Sin embargo, él tendía a sacrificar una retención rígida sobre la identidad en aras de prioridades más altas como la inclusión, la compasión y la comunión. Un vistazo a los rasgos salientes de la misión de comunión de Jesús con los pobres y los marginados ilustrará este hecho.

La relación íntima de Jesús con Dios: Llamarlo a Dios, “Abba, Padre”, es el ejemplo por excelencia de su profunda comunión con Dios. La oración del “Padre Nuestro”, y otros numerosos ejemplos de su relación con el Padre, presentan  a un  Dios que está íntimamente cercano a su pueblo.

La compasión de Jesús hacia quienes  se  encuentran en la periferia: Al asociarse constantemente con los pecadores y recaudadores de impuestos, a través de la mesa comunitaria y de todo el espectro  de su ministerio, Jesús expande los límites del Reino para incluir a aquellos en la periferia.  (Mt 9:10, 11:19; Mc 2: 15-17; Lc 7: 31-35). Jesús escogió Galilea, una tierra relegada y despreciada por la clase dirigente, para ser el lugar de su ministerio. La actitud libre y abierta de Jesús hacia las mujeres, entrar en discusiones teológicas con ellas (Jn 4,24), incluirlas en su comunidad y aceptar sus gestos de amor y afecto eran  tabúes para un líder religioso (Lc 8,2-3). Sin embargo, fueron pasos audaces en  dirección a ampliar el círculo de la comunión.

La interpretación de la ley de Jesús: El quebrar intencionalmente el sábado, envía un poderoso mensaje sobre el  orden de sus prioridades que pone a la persona humana por encima de todo. El sábado está subordinado a la necesidad humana de alimento y al anhelo humano de plenitud y salud. El hombre con la mano paralizada (Mc 3, 1-6) y la mujer encorvada (Lc 13, 1-17) son sanados en sábado. Colocó las leyes del diezmo subordinadas a asuntos más importantes como la justicia, la misericordia y la compasión. El ministerio del Reino de Jesús disuelve la alienación, rompe el muro de hostilidad y exclusión, y establece el paradigma para una misión universal y unificadora.

El ministerio de sanación y exorcismo de Jesús: Estos milagros ayudan a definir su praxis de inclusión. Las personas que están excluidas del conjunto  de la sociedad a causa de dolencias físicas o aflicciones psicológicas son conducidas a la experiencia  de un Dios,  que es la respuesta definitiva a su dolor y lágrimas. Al expulsar a los demonios (Lc 11,20, Mt 12,28), Jesús se proclama como el poder de la bondad que vence a Satanás y sus poderes diabólicos, e inaugura una nueva era del amor inclusivo y universal de Dios