Con alegría y gratitud celebramos el día de nuestra consagración religiosa, día que
nos invita a volver nuestra mirada a Jesús a quien buscamos testimoniar en medio
de las comunidades donde estamos presentes.
María, como mujer abierta y dócil a la voz del Espíritu, se dispone en su tiempo a
los planes de Dios, favoreciendo que la Palabra tomara carne en la persona de
Jesús. Con su ejemplo nos anima hoy a seguir generando las posibilidades de
Vida y Vida Plena en los ambientes en que nos ha colocado nuestra opción de vida.
La Vida Religiosa ha buscado escuchar el clamor de Dios en medio de las situaciones
que está viviendo el Pueblo Mapuche. El Espíritu nos regale la gracia de hacer
vida los desafíos que escuchar a Dios nos plantea hoy.