Celebramos la Fiesta de la Santísima Trinidad, la fiesta del Dios Amor, del Dios familia,quien nos hermana a todos/as y nos enseña salir al encuentro del otro, y reconociéndonos en los demás somos invitados a cultivar los lazos de la comunión e ir formando comunidades, lugares donde se comparte la vida.
Damos gracias a nuestros fundadores que nos colocaron en el centro del Misterio de la Fe y nos desafían a ir desarrollando espacios de comunión con todos/as. Con este deseo, les compartimos el mensaje del Papa Francisco para este día:
“La Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra,una para la otra y una en la otra: esta comunión es la Vida de Dios, el misterio de amor del Dios Vivo”.
"No estamos llamados a vivir ‘los unos sin los otros, encima o contra los otros’, sino ‘los unos con los otros, por los otros y en los otros’.”
El Papa explicó que Jesús resucitado envió a los discípulos a Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que la Iglesia ha heredado el mandato misionero y que cada uno de nosotros, gracias al Bautismo, formamos parte de esta comunidad de Amor del Dios Vivo.
La solemnidad litúrgica, dijo Francisco, “al tiempo que nos hace contemplar el misterio estupendo - del cual provenimos y hacia el cual vamos - nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros, sobre el modelo de la comunión trinitaria. No estamos llamados a vivir ‘los unos sin los otros, encima o contra los otros’, sino ‘los unos con los otros, por los otros y en los otros’.” Ello significa, expresó, “acoger y testimoniar concordes la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los diversos carismas, bajo la guía de los Pastores”, y especificó que “se nos encomienda la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar, no sólo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios, que habita en nosotros”.
El Sucesor de Pedro animó a que “intentemos mantener siempre elevado el ‘tono’ de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para cuál gloria nosotros existimos, trabajamos, luchamos, sufrimos. Y a cuál inmenso premio estamos llamados”.
Finalmente, concluyendo el mes mariano de mayo, el Vicario de Cristo se encomendó con todos a la Virgen María, para que Ella nos guíe de la mano; nos ayude a percibir los signos de la presencia de Dios; nos obtenga amar al Señor Jesús con todo el corazón, para caminar hacia la visión de la Trinidad, meta maravillosa a la cual tiende nuestra vida. Y pidió a la Virgen que “que ayude a la Iglesia, misterio de comunión, a ser siempre comunidad hospitalaria, donde toda persona, especialmente pobre y marginada, pueda encontrar acogida y sentirse hija de Dios, querida y amada”. (Tomado de New.Va)