La acreditación reciente de nuestros programas de postgrado por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), con nueve años para el Magister en Teología y seis años para el Doctorado en Teología, constituye un hecho de máxima relevancia para nuestra Facultad. Se trata de un hecho inédito, que ha despertado asombro a todo nivel, por ser el periodo más extenso que se ha concedido -una cifra record-, no sólo al interior de la UC, acostumbrada a acreditaciones altamente calificadas, sino también respecto a todo el país, ya que el organismo estatal nunca había entregado tal reconocimiento de manera tan prolongada a alguna institución chilena.

Por eso, los resultados obtenidos, más allá de todas nuestras expectativas, ponen de relieve nuestra verdad, que nos llena de gratitud y valentía para seguir adelante por un camino difícil, que se fue gestando a lo largo de una ardua búsqueda, llevada a cabo desde la primera acreditación por dos años en 2002 y la reacreditación por cuatro años en 2004, hasta la de 2009.

En efecto, la decisión de someternos a las exigencias y desafíos  de la acreditación por una instancia civil, ajena al quehacer teológico, desencadenó un proceso de cuestionamientos internos y externos, incluso dudas respecto a la validez de tal proceso, por ser nuestra Facultad de Teología la única en Chile. Sin embargo, una vez recibidos los primeros resultados de la acreditación en 2002, nos dimos cuenta de que efectivamente la evaluación externa resultó sumamente útil para mejorar nuestro quehacer teológico a nivel de postgrado, pues arrojó a la luz las fortalezas de nuestros programas, es decir, el buen nivel de nuestra investigación, la calidad del profesorado al servicio de una programación sólida, altamente personalizada, con una fuerte insistencia en la metodología basada en las fuentes y su acertada interpretación. Dicha evaluación reveló también las debilidades, tales como la falta de una distribución equitativa en la dirección de tesis, concentrada en dos profesores, y la responsabilidad de una sola persona en la dirección del postgrado. Junto con la permanente preocupación autocrítica por mantener vigentes las fortalezas señaladas, el Decano y su Consejo académico tomaron medidas bastante drásticas respecto a las debilidades, lo que llevó a que efectivamente el mayor número posible de profesores asumiera la dirección de tesis. Desde entonces, el Director de Postgrado también es acompañado por un Consejo, el cual está integrado por profesores que representan las menciones de Dogma, Teología Fundamental y Patrística. Estas medidas han implicado no sólo un alivio de los profesores afectados por una sobrecarga en la dirección de tesis, sino que también han generado un mayor compromiso del profesorado con el postgrado como instancia de investigación y toma de decisiones comunes.

 Si bien desde siempre hemos trabajado para mantener el buen nivel de nuestro postgrado y mejorar las debilidades señaladas, el año 2008 fue un año clave, ya que nos absorbió por las múltiples tareas, exigencias y desafíos que nos impuso el proceso de acreditación bajo las orientaciones exigentes de la Vicerrectoría Adjunta de Investigación y Doctorado (VRAID). Nuestro equipo administrativo se movilizó al extremo para realizar y tabular las encuestas a alumnos, egresados y profesores; para buscar y ordenar archivos dispersos u olvidados; para ubicar los datos de matrícula, realizar el difícil formateo de documentos y la comunicación con egresados. Los resultados, sorprendentemente positivos de este primer paso, fueron analizados en varias reuniones con alumnos y profesores, de tal modo que se comenzaron a perfilar nuevas exigencias a partir de las fortalezas, oportunidades, amenazas y debilidades que estos reflejaron. En este proceso cabe destacar el  aporte decisivo e iluminador de los evaluadores externos, no sólo por sus juicios acertados, sino también gracias a propuestas concretas, aunque no del todo viables en nuestra realidad. De esta manera, hemos elaborado el Plan de Acción que orientará nuestro trabajo a nivel de Magister y Doctorado durante los próximos años. Dicho plan propone no sólo fortalecer la calidad de nuestro postgrado y su espíritu autocrítico, sino, sobre todo, subsanar tres debilidades descubiertas: 1. Una cierta carencia de nexo entre lo teórico y lo práctico. 2. El deficiente seguimiento de los egresados. 3. Una mayor difusión de la calidad de los programas. Asumimos este Plan como una tarea común entre alumnos, profesores y administrativos, apoyados por los servicios impagables de nuestra Biblioteca. Dicha tarea plasma, sin duda, el espíritu de nuestro postgrado. Por eso, confiamos que este espíritu dé aquellos frutos abundantes que suele regalar el Espíritu Santo cuando impulsa al teólogo a la santidad. Anneliese Meis Directora Postgrado e Investigación