La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado en
el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con
oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias
jóvenes en los territorios de misión.
Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia,
porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y
fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción.
De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para
evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera.
Precisamente sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros
quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en
el Evangelio de Lucas (cf.10,21-23).