La humanidad expande su conciencia a horizontes globales. A la vez, muchos pueblos encuentran dificultad para mantener su propia identidad cultural y su soberanía nacional. En nuestra vida comunitaria experimentamos, a la vez, las riquezas y los desafíos de la interculturalidad e intergeneracionalidad.

  • Tomamos conciencia y nos hacemos cargo de las luces y sombras de nuestra interculturalidad e intergeneracionalidad. Nos abrimos a la transformación permanente que supone el encuentro con lo diverso y lo desconocido.

Nuestra formación hoy, inicial y permanente, nos exige apertura a cambios de paradigmas en la expresión de nuestra vida consagrada, la vida comunitaria y los estilos de liderazgo. Las estructuras Congregacionales y los estilos de liderazgo deben facilitar la comunión y la participación. Experimentamos la importancia del discernimiento comunitario y el liderazgo participativo. Asimismo, colocar a los pobres en el centro de nuestras opciones, nos lleva a interpelarnos sobre el modo en que tomamos las decisiones, la forma en que llevamos a cabo nuestros apostolados y la manera en que disponemos de nuestros recursos humanos y financieros.

  • Evaluamos y damos nuevas formas a nuestras estructuras congregacionales para que ellas sirvan mejor a la misión.
  • Empleamos métodos apropiados de discernimiento comunitario en nuestra toma de decisiones.
  • Examinamos nuestro estilo de vida a la luz de nuestro compromiso total con la misión y nuestra solicitud por las personas marginadas