...La sinodalidad cabe aprender y reaprenderla siempre de nuevo en cuanto “caminar juntos en la misma dirección”

 

Cuando el Papa Francisco convocó a los obispos al próximo sínodo, que versa sobre la sinodalidad, no faltaron las expresiones de alivio: “por fin la Iglesia se encamina hacia la gente”. En efecto, sínodo- syn-odos- significa “caminar juntos”, siendo “El camino” el primer nombre de la Iglesia- Hch 9,2-, plasmado en los múltiples sínodos celebrados a lo largo de la historia. Tal sinodalidad congénita de la Iglesia, en cuanto estructura dinámica, truncada a veces bajo el peso de circunstancias históricas adversas de una eclesialidad monolítica rígida, es un tema que quedó pendiente del Vaticano I y que fue retomado por el Vaticano II, centrado en la Iglesia, “misterio de comunión”. En efecto, este Concilio integró el primado del Papa y su infalibilidad como don del Espíritu Santo en la colegialidad de los obispos, de tal modo, que se hace visible la estructura pneumática de toda la Iglesia en cuanto institución, siendo pues el fenómeno de institucionalizarse propio del espíritu humano que desde temprana edad plasma sus necesidades en estructuras concretas.

De ahí que la sinodalidad cabe aprender y reaprenderla siempre de nuevo en cuanto “caminar juntos en la misma dirección”[1], para atestiguar la fe en Jesucristo, el Señor, en diferentes contextos históricos.

            Con el verbo encontrar el Papa Francisco invita a comenzar el camino sinodal a modo de Jesús, quien se encuentra con el joven rico y le plantea una pregunta existencial. Al igual que Él, necesitamos tomarnos “tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros, dando espacio a la oración, la adoración, a lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia, para enfocarnos en el otro y la palabra del otro, encontrarnos cara a cara, dejarnos alcanzar por las preguntas de las hermanas y los hermanos”.

 

 

El segundo verbo, que el Papa ha propuesto a los obispos es “escuchar”. “Jesús -dice el Papa- no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos”; puntualiza: “cuando escuchamos con el corazón sucede esto: el otro se siente acogido, no juzgado, libre para contar la propia experiencia de vida y el propio camino espiritual”. Por ello, el Papa pide a la Iglesia que se pregunte en este itinerario sinodal: “¿cómo estamos con la escucha?” Hacer sínodo-subraya el Papa- es ponerse en el mismo camino del Verbo hecho hombre, es seguir sus huellas, escuchando su Palabra junto a las palabras de los demás”. Hoy el Espíritu nos pide “que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos”.

Por último, el tercer verbo que propone el Pontífice es “discernir”: Francisco explica que “el encuentro” y “la escucha” recíproca “no son algo que acaba en sí mismo, que deja las cosas tal como están, al contrario, “cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate y el camino, y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado” dice el Papa.

En síntesis, lejos del temor que puede frenar el caminar hacia una Iglesia sinodal, como Misioneras Siervas del Espíritu Santo  nos sentimos impulsadas a acoger y promover las orientaciones pastorales que surjan del presente sínodo eclesial, para avanzar en el encuentro inclusivo con los demás; la escucha recíproca y el discernimiento espiritual, que favorece la mejora de la vivencia familiar en nuestros colegios y comunidades parroquiales a nivel diocesano, continental y universal. Así, desde nuestra experiencia comunitaria intercultural e intergeneracional, imploramos que el Espíritu Santo regale a sus Siervas y a todas las personas con quienes colaboramos, una mayor plenitud de entrega misionera y de atención a los problemas de nuestra sociedad actual.

 

 

Hna Anneliese Meis, ssps

 

[1] Nathalie Becquart, Reaprendizaje y reforma: de las estructuras: recuperar la sinodalidad, La Revista Católica, 1210 (2021) 66-71