Celebramos el año extraordinario de la Misión motivado por el Papa Francisco en el contexto de los 100 años de la carta encíclica Maximum Illud, con el lema Bautizados y enviados.
Con este motivo te invitamos a recordar el caminar que la Iglesia va realizando a través de las encíclicas escritas sobre este tema. Algunas de ellas son:
1. Propi Nosti: sobre la propagación de la fe es la Carta encíclica de Gregorio XVI, del 18 de septiembre de 1840. La encíclica recuerda a los obispos que la propagación de la fe no debe limitarse a su propia diócesis, ha de ser extendida a todo el mundo. Gregorio XVI invita a los obispos a participar activamente en las misiones y lograr que los laicos también participen de ellas. Gregorio XVI (1831-1846) es generalmente considerado como el padre de la misión católica contemporánea por su apoyo entusiasta y dirección enérgica en el renacimiento de la organización misionera en la Iglesia, tanto las órdenes misioneras laicas como clericales y femeninas.
2. Maximum Illud: sobre la propagación de la fe en todo el mundo, Carta Apostólica de Benedicto XV, del 30 de noviembre de 1919. El contexto son las misiones católicas después de la Primera Guerra Mundial. El Papa Benedicto XV, se dirigió en esta encíclica, primero a los obispos y superiores a cargo de las misiones católicas, señalando la necesidad de capacitar al clero local. Recuerda a los misioneros católicos que su objetivo es espiritual, y su servicio debe llevarse a cabo de manera desinteresada. También subrayó la necesidad de una preparación adecuada para el trabajo en culturas extranjeras y la necesidad de adquirir habilidades lingüísticas antes de ir allí. Solicita un esfuerzo continuo por la santidad personal y alaba el trabajo desinteresado de las religiosas en las misiones. Vuelve a señalar que la misión no es solo para los misioneros, todos los católicos deben participar de ella: a través de su Apostolado de Oración, apoyando vocaciones y ayudando financieramente. La encíclica concluye señalando a varias organizaciones que organizan y supervisan las actividades misioneras dentro de la Iglesia Católica.
3. Rerum Ecclesiae: trata sobre la promoción de las sagradas misiones, Carta encíclica de Pío XI, 28 de febrero de 1926. Sus principales preocupaciones se centran en la fundación, la solidificación y la independencia de las nuevas iglesias. El trabajo de los extranjeros puede considerarse concluido tan pronto como la nueva fundación haya establecido su propio liderazgo, iglesias, clero nativo y fondos, en decir, tan pronto como ya no necesite la ayuda de otros. En esa etapa, su existencia ya no se vería amenazada si los misioneros fueran deportados o si se disminuyen las fuerzas venidas de Europa. Para la creación de una iglesia, Rerum Ecclesiae exigió: un clero autóctono que sería compatible con el clero europeo; órdenes autóctonas que corresponderían a las expectativas e intereses de los nativos, así como a las condiciones y circunstancias regionales; un sistema monástico autóctono porque los monasterios contemplativos ofrecen contribuciones irremplazables para el desarrollo de una iglesia local; catequistas autóctonos y una élite de laicos cuya cuidadosa capacitación podría ser de inestimable importancia para el futuro de la Iglesia y el país.
4. Evangelii Praecones: el documento aborda la promoción de las misiones católicas. Esta Carta encíclica es de Pío XII del 2 de junio de 1951. Aún ante la interrupción creada por la Segunda Guerra Mundial, las misiones habían logrado mucho. Estos logros se enumeran en la encíclica e incluyen un crecimiento constante en el número de clérigos y obispos indígenas. La carta enfatiza la importancia de la educación, esencialmente en un momento en que el comunismo se estaba extendiendo rápidamente. Una orden importante contenida en la encíclica era que los misioneros deben respetar la cultura y las costumbres de la gente: "no permita que el Evangelio al ser introducido en una nueva tierra destruya o extinga lo que posea su gente que es naturalmente bueno, justo o hermoso. Para la Iglesia, cuando llama a las personas a una cultura superior y a una mejor forma de vida, bajo la inspiración de la religión cristiana, no actúa como alguien que corta y arranca imprudentemente un bosque próspero. No, ella injerta un buen vástago sobre el caldo silvestre para que pueda producir una cosecha de fruta más deliciosa"(56) Temas centrales: Llevar la verdad cristiana a los nuevos pueblos y formar nuevos cristianos; Establecer la Iglesia sobre bases firmes y definidas entre los nuevos pueblos; Elegir líderes para la gente del lugar; Pedir a los laicos que cooperen con el clero, que actúen acción católica y unirse a asociaciones que están en conformidad con la Iglesia para brindar justicia social: los misioneros no deben aplastar los buenos elementos de las culturas locales, destruir las bellas artes, la cultura, las costumbres, la tradición y las fiestas locales, sino más bien santificarlas...
Y seguiremos.... Te interesa el caminar misionero de la Iglesia, sigue profundizándolo!!!