En el desafío que hemos asumido como congregación, de ampliar nuestro círculo de la comunión hacia los marginados y excluidos, nuestra hermana Eva ha participado del seminario sobre la Trata de personas, organizado por la Conferencia de Religiosos del Caribe y Latinoamérica, realizado entre los días 18 y 20 de Agosto en Bogotá, Colombia.
Nos comparten su mensaje final:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros. Isaías 61:1
Quienes nos hemos reunido durante estos días en Bogotá Colombia, mujeres, hombres consagrados y laicos compañeros en la misión en América Latina y el Caribe (CLAR), hemos sido llamadas/os a ser cada vez más conscientes de la dignidad de la persona humana, de la complejidad de la realidad que produce nuevas esclavitudes de todo tipo, de nuestro compromiso en la defensa de la vida y de la urgencia del cuidado de nuestra casa común, la persona-tierra, este binomio inseparable que es el dinamismo básico de nuestra mística y nuestra profecía.
Sentimos vivamente en estos días de encuentro y discernimiento que desde los gritos y silencios de las víctimas de trata de personas, la esclavitud del siglo, Dios ha estado llamándonos y nos invita a salir aprisa, sin demora, al encuentro de estas hermanas y hermanos que el sistema ha convertido en mercancía. Al estudiar los números y las estadísticas no perdimos nunca de vista que se trataba de personas con nombre y con una historia violentada que nunca dejó de estar llena de dignidad.
La dinámica de este seminario nos llevó a caminar desde una comprensión global del fenómeno de la trata, especialmente desde la perspectiva de la migración y de la niñez, hasta una reflexión bíblico teológico para seguir resignificando nuestros carismas alrededor de nuevos ejes de articulación dados por los gritos de la vida. El objetivo fundamental de este seminario es el fortalecimiento de nuestras redes en la defensa de la vida para actuar juntos contra las redes de la muerte que tanto dolor y desesperanza traen al mundo actual. También nos alegramos de las nuevas redes contra la trata que se formarán en las Conferencias donde aún no existen.
En actitud de salida nos reconocemos personas inmersas e influenciadas por el proceso global de deshumanización marcado por una crisis general de coexistencia, exacerbamiento del individualismo y la ruptura progresiva del tejido social y de la fraternidad humana fomentado por políticas y leyes neoliberales. Desde esta realidad, nos sentimos movidos a caminar hacia la ética del cuidado común prestando especial atención a los más vulnerables y abandonados de nuestra sociedad.
Con la fuerza del Espíritu, nos comprometemos a repensar nuestra Vida Consagrada, agudizar los sentidos y recuperar el profetismo de los carismas, con palabras y acciones, que nos animen a no dejar solos a quienes han sido forzados por este sistema injusto a caminar –excluidos- en las fronteras de la historia. Nos comprometemos a acoger, proteger, promover, integrar a las víctimas de la trata y de otras esclavitudes por este sistema que las deshumaniza, las cosifica, las aliena y las humilla.
Reconocemos la importancia de realizar procesos de formación interdisciplinar y en incidencia política para acompañar integralmente a las personas afectadas por la trata y por toda clase de esclavitud moderna, desde los más pequeños, desde abajo y desde el dinamismo de la esperanza. Quisiéramos ayudar a nuestras familias carismáticas, consagrados y laicos, a experimentar indignación ética frente a las esclavitudes modernas y recuperar desde esta experiencia la misericordia fundante de los carismas. Queremos ser una Vida Consagrada nueva, una vanguardia profética y no solo una fuerza de trabajo.
Nuestros ojos están puestos en “María la mujer del primer paso” la creyente fiel, la discípula, la mujer del encuentro, de la salida, de la urgencia, la del servicio, la que supo estar al lado, la del silencio, María la mujer de la vida que no deja de señalarnos los caminos de los nuevos encuentros.
A todas/os les abrazamos en paz y con una profunda solidaridad.