El mundo en el que vivimos lleva cada vez más el sello de una interdependencia creciente en todos los aspectos del quehacer humano. La mezcla de nuestras sociedades que de ella se deriva ofrece nuevas oportunidades de estrechar los vínculos entre los pueblos, las naciones y las culturas, a escala planetaria. Al mismo tiempo, con la mundialización han aumentado en los últimos años la incomprensión y la desconfianza. La crisis económica, medioambiental y también ética intensifica aún más ese sentimiento de inseguridad y de recelo.
Ante esa evidencia, he propuesto una nueva visión, universal, abierta a toda la comunidad humana, a la que di el nombre de “nuevo humanismo”. Estoy convencida de que la UNESCO posee todos los medios de lograr aportar una respuesta humanista a la mundialización y a la crisis. En respuesta al sentimiento de vulnerabilidad que se insinúa en todos los niveles, se impone en efecto la necesidad de inventar nuevas modalidades de acción para salvaguardar la cohesión social y preservar la paz.