Las Misioneras Siervas del Espíritu Santo,

le saludan en Pentecostés, implorando para todos/as:

 

 

“Que tu Espíritu, Señor,

se mezcle con nuestra humanidad:

transforme nuestros pequeños sueños

en gran capacidad de amar.

 

Que tu Espíritu, Señor,

nos haga resistir la tempestad,

las tentaciones y la soledad;

nos ayude a romper los muros del egoísmo y sacudirnos del miedo a la verdad.

 

Que tu Espíritu, Señor,

encienda nuestra fe, nos llene de gozo y libertad;

nos dé aliento y fuerza para convocar a la unidad,

nos regale creatividad para generar y compartir

nuevas redes de solidaridad.

 

Que tu Espíritu, Señor,

sea danza que inspire nuestro caminar para ir más allá

en nuestra capacidad de dar  y sembrar la paz.

 

Que tu Espíritu, Señor,

venga ya sobre todos nosotros/as que buscamos ser,

con tu ayuda, en medio de los desiertos actuales,

Oasis de Vida para los demás”.

 

                                                Mayo, 2010