
"...Necesitamos levantar el ánimo, recuperar las confianzas y trabajar unidos como pueblo. Además de reconstruir edificaciones y caminos, debemos purificar el alma que se fisura por el miedo, la violencia y el descontrol. Es tiempo de tender los puentes más seguros: aquellos que nos permiten reconocernos y abrazarnos como hermanos.
Los dolorosos e incomprensibles episodios de saqueo, pillaje y especulación nos han puesto en un espejo que nos cuestiona en lo más profundo de nuestra formación y valores. Pero, al mismo tiempo, por estos días muchas personas se han preguntado: “¿Cómo estás?”, y se han preocupado por otros. Las pérdidas materiales, relevantes en otro contexto, parecen hoy un aspecto secundario cuando todo un país se duele junto a familias que sufren, que todo lo han perdido y que necesitan por parte nuestra una luz de esperanza.
Los discípulos misioneros de Jesucristo confesamos que Él es nuestra esperanza y nuestra roca. Recorriendo los caminos del Chile que hoy llora, reconocemos en el rostro de tantos hermanos y hermanas sufrientes, en la fracción del pan, en la comunidad solidaria, la presencia de la Vida que brota del amor incondicional y misericordioso que el Padre nos regaló en su Hijo Jesucristo."